Ilustración Fernando Alonso

Regresamos tras las vacaciones con nuestra sección dedicada a los autores de LIJ. Esta primera entrada de la temporada se la dedicamos a Fernando Alonso, uno de los autores más reconocidos y prestigiosos de la literatura para niños de nuestro país.

Fernando Alonso nació en Burgos en 1941. Se doctoró en Filología Románica por la Universidad Complutense de Madrid y también se especializó en Literatura infantil y Juvenil en el Instituto de Cultura Hispánica. Ha trabajado en el campo editorial y en radio y televisión como documentalista y responsable de programas culturales e infantiles, llegando a obtener un Premio Ondas en 1977. Ha formado parte de jurados literarios nacionales e internacionales y habitualmente participa en conferencias y congresos en el ámbito de la literatura infantil y juvenil.

Publicó su primer libro, Feral y las cigüeñas, en 1971 y desde entonces ha publicado más de una veintena de títulos entre los que hay que destacar El hombrecito vestido de gris y otros cuentos (1978), El hombrecillo de papel (1978), El bosque de piedra (1985) o El misterioso influjo de la barquillera (1985).

Alonso ha recibido innumerables reconocimientos por sus obras, como el Premio Lazarillo en 1977 o el Premio Mundial de Literatura José Martí en 1997. Ha sido nominado en varias ocasiones al Premio en Memoria de Astrid Lindgren, ha sido incluido en la Lista de Honor del Premio Hans Christian Andersen y muchas de sus obras han figurado en el catálogo White Ravens que elabora la Internationale Jugendbibliothek (International Youth Library) de Múnich.

La obra de Alonso se encuadra dentro del realismo, si bien incorpora elementos fantásticos. Con una prosa muy cuidada, ingeniosa y de gran lirismo, Fernando Alonso, defensor del compromiso social del escritor, trata temas como la soledad, la libertad, la falta de comunicación o el amor por la naturaleza.

A continuación puedes disfrutar de un fragmento de su obra más representativa: El hombrecito vestido de gris y otros cuentos (Kalandraka, 2014).

Había una vez un hombre que siempre iba vestido de gris.

Tenía un traje gris, tenía un sombrero gris, tenía una corbata gris y un bigotito gris.

El hombrecito vestido de gris hacía cada día las mismas cosas.
Se levantaba al son del despertador.
Al son de la radio hacía un poco de gimnasia.
Tomaba una ducha, que siempre estaba bastante fría; tomaba el desayuno, que siempre estaba bastante caliente; tomaba el autobús, que siempre estaba bastante lleno; y leía el periódico, que siempre decía las mismas cosas.

Y todos los días, a la misma hora, se sentaba en su mesa de la oficina.
A la misma hora.
Ni un minuto más. Ni un minuto menos.
Todos los días, igual.

El despertador tenía cada mañana el mismo zumbido.
Y esto le anunciaba que el día que amanecía era exactamente igual que el anterior.
Por eso, nuestro hombrecito del traje gris, tenía también la mirada de color gris.
Pero nuestro hombre era gris sólo por fuera.

Hacia adentro… ¡un verdadero arco iris!
El hombrecito soñaba con ser cantante de ópera.
Famoso.
Entonces llevaría trajes de color rojo, azul, amarillo… trajes brillantes y luminosos.

Cuando pensaba aquellas cosas, el hombrecillo se emocionaba.
Se le hinchaba el pecho de notas musicales, parecía que le iba a estallar.
Tenía que correr a la terraza y…
—¡Laaa-lala la la la laaa…!

El canto que llenaba sus pulmones volaba hasta las nubes.
Pero nadie comprendía a nuestro hombre.
Nadie apreciaba su arte.

*La imagen pertenece a la cubierta de El bosque de piedra (Anaya, 2014), ilustrada por Iban Barrenetxea.