Imagen ilustración Christine Nostlinger

Christine Nöstlinger es una de las mejores y más reconocidas autoras de literatura infantil y juvenil. Nació en Viena (Austria) en 1936, ciudad donde sigue residiendo. Su madre era maestra y su padre relojero. Estudió Bellas Artes en su ciudad ya que, en un principio, quería dedicarse a la pintura y convertirse en artista. Sin embargo, fue el texto que añadió a las ilustraciones de su primer libro infantil, Die feuerrote Friederike (Federica la pelirroja, 1970), lo que atrajo la atención de la crítica.

Comenzó a colaborar con varios periódicos y revistas, de modo que entró en contacto con otros autores de literatura infantil que la animaron a escribir. A partir de ahí se inició una carrera literaria prolífica, llena de grandes obras y reconocimientos: Me importa un comino el rey Pepino (1972), Konrad, o el niño que salió de una lata de conservas (1975), Mi amigo Lucki-Live (1978), Una historia familiar(1981), Rosalinde tiene ideas en la cabeza (1981), Filo entra en acción (1981), Gretchen se preocupa (1983), Querida Susi, querido Paul (1984), Historias de Franz (1984)…

A lo largo de su trayectoria ha recibido los galardones más prestigiosos, como el Premio Friedrich-Bödecker (1972), el Deutscher Jugendliteraturpreis (1973 y 1978), o el Österreichischer Kinder und Jugendliteraturpreis (1974, 1979, 1984, 1987). En 1984 recibió el Premio Hans Christian Andersen y en el año 2002 el Premio Memorial Astrid Lindgren (ALMA).

La obra de Nöstlinger combina realismo crítico, fantasía y gran sentido del humor. Su estilo, sencillo y ameno, destaca por su ironía y también por su ternura. En sus libros aborda especialmente temas como la familia, la escuela, las relaciones entre jóvenes o la liberación de la mujer, y en ellos suele haber una continua crítica a las convenciones sociales.

Te dejamos con un fragmento de una de sus mejores obras, buena muestra de su talento literario: Me importa un comino el rey Pepino (Alfaguara, 1987).

Empezó mucho antes. Pero no nos dimos cuenta hasta el pasado domingo de Pascua, a la hora del desayuno. Primero hizo un ruido. Yo creí que se había caído algo en la cocina. Mamá fue a ver y, cuando volvió, temblaba y nosotros…

Pero, probablemente, tengo que contar primero quiénes somos. Somos el abuelo, papá, mamá, Martina, Niki y yo.

El abuelo tiene cerca de setenta años y, desde el último ataque de apoplejía, tiene un pie rígido y la boca torcida. Pero, aun con la boca torcida, puede decir un montón de cosas inteligentes. Más que muchas otras personas con la boca bien derecha. El abuelo es el padre de papá.

Papá tiene cuarenta años y es jefe de sección de una Compañía aseguradora de automóviles, pero sólo un jefe de sección muy pequeño. Mamá dice que dentro de la Empresa no puede gritar a más de tres personas. El abuelo opina que probablemente por eso grita tanto en casa.

Mamá también tiene cuarenta años. Ella pretende parecer mucho más joven. Lleva el pelo rubio teñido y sólo pesa cincuenta kilos. Casi siempre está alegre. A veces, se pone furiosa y nos grita que únicamente es nuestra criada y que va a volver a buscarse un trabajo y, entonces, tendremos que arreglar solos nuestro desorden.

*La imagen pertenece a Konrad, o el niño que salió de una lata de conservas (Alfaguara, 1980), ilustrado por Frantz Wittkamp.